Mi primera vez en una sauna gay.

 

Carta a un amigo.

Hola juan, como te prometí, te voy a contar lo que me ocurrió este pasado año, antes de que empezase esta pesadilla que estamos viviendo ahora.

Esto no es un relato erótico, por lo que voy a intentar no adornar mucho los hechos. Ocurrió esta pasada navidad, cuando descubrí en Internet que existían saunas gay en la capital. Al principio no me llamó mucho la atención, además siempre he creído que esos sitios son para chulitos que van allí a exhibirse, pero luego me pudo la curiosidad, y me puse a leer sobre ello.

Vi por los comentarios que a esos sitios va mucha gente mayor, y no todos son Adonis. Tras darle muchas vueltas a la cabeza, aproveché una tarde que tenía que ir a la cuidad para lanzarme a lo desconocido. No sin antes haber leído mucho sobre el protocolo que se sigue en esos sitios. Ya que existen reglas como en los club de intercambio.

Así que puse el GPS hacia la sauna, ni que decir tiene que era un manojo de nervios y de incertidumbre. Aparqué por la zona y me tomé dos cervezas en el primer bar que encontré. Tenía la sensación de que todo el mundo sabía dónde iba, y lo que andaba buscando.

Pasé varias veces por la puerta antes decidirme a entrar, ademásla calle estaba muy transitada , al fin lo hice, pagué, recibí la bolsa con la toalla y las zapatillas, y me dirigí a los vestuarios, luego con mi toalla a la cintura me puse a recorrer las instalaciones, lo primero que hice fue darme una ducha, había leído que eso es lo primero que se debe hacer, y me parece muy bien.

Cuando salí de las duchas seguía más perdido que una cabra en un garaje. Así que al primer hombre que vi le expliqué brevemente que no conocía el local, amablemente me guio por las instalaciones hasta que entramos en una sauna, la cual creo recordar que estaba vacía.

Me quité la toalla y me senté, y él hizo lo propio pero se quedó con la espalda apoyada en la pared, sonriéndome. Era un hombre bajito con una ligera barba y el pelo muy corto. Pero lo que me hipnotizó fue el tamaño de su polla, y te juro que esto no lo digo para hacer más excitante la historia.

Ahora veo claro que me estaba provocando. No recuerdo como, pero al momento estaba yo a su lado con esa polla en mi mano, aun estando flácida era enorme, aun me parece sentir su peso en mi mano.

Su reacción inmediata fue morrearme, no me resistí. Me metía la lengua hasta la garganta, y su barba picaba. No sentí asco pero no era tampoco muy agradable, no me gusta mucho besar a los hombres en la boca, le pregunté si le gustaba mucho besar, a lo que me respondió afirmativamente, por lo que no le quise negar ese placer.

Pero yo tenía más interés por tener su polla en muy boca, que besar sus labios. Así que me arrodillé y me la metí en la boca, la seguía teniendo morcillona, yo me empleaba a fondo, pero a pesar de ello, no se le ponía totalmente dura. El sujetaba mi cabeza y empujaba para meterla entera en la boca.

En varias ocasiones tuve que sacar aquel enorme falo de mi boca, me costaba respirar. Pero cada vez que lo hacia, él me pedía que me incorporara para besarnos, y de nuevo sentía como su barba me raspaba en los labios.

El calor que allí había se me hacía insoportable, así que se lo dije y nos encaminamos hacia otra estancia. Un cuarto muy oscuro, tardé un buen rato en poder ver algo. Allí volvimos a la faena, de nuevo su polla en mi boca, pero el no parecía tener intención de comerse la mía.

Al poco rato fui descubriendo que aquel tío era un egoísta, o eso me pareció. Su polla seguía sin endurecerse del todo, pero a pesar de ello me llenaba toda la boca, y el seguía empujando fuerte mientras me sujetaba la cabeza, se me saltaban las lágrimas cuando me llegaba hasta la garganta. Lo cual iba acompañado de sabor al liquido preseminal, o tal vez también del semen, que se le iba escapando.

De pronto sentí como unas manos me acariciaban la espalda, volví la cabeza, era otro hombre, más esbelto y más joven, al volverme su polla erecta rozó mi cara. Acerqué mis labios hacia su glande para comerme también aquella otra verga. Pero para mi sorpresa, no me dejó hacerlo, no se el por qué. Así que volví a la anterior, la cual seguía goteando, pero sin endurecerse más que al principio.

Supongo, Juan, que te imaginas que lo que yo fui a buscar allí era que me follaran como hace tiempo que no me lo han hecho, pero aquella polla flácida, o morcillona, de poco me iba a servir. Además supongo que su tamaño en erección debía de ser considerable, no creo que esté yo preparado para algo así, menos aún después de llevar tiempo sin hacerlo.

Creo que me encontraba de pie, bueno, no recuerdo con detalle todo lo hice en aquel cuarto. Pero entonces entraron dos hombres más, no recuerdo ni cómo eran. Aquellos dos se sumaron al anterior, acariciándome, y besándome por todas partes. Me lo estaba pasando en grande, y recuperé la esperanza de ser follado aquella tarde.

Pero ocurrió lo inevitable, eran demasiadas caricias, demasiadas pollas rozando mi cuerpo. sin poder evitarlo me corrí en la mano de uno de ellos, a pesar del placer, maldije ese momento. Inmediatamente, como en una coreografía ensayada, todos salieron por la puerta, dejándome allí solo, confuso y algo decepcionado, con mi polla aun goteando semen.

Así que volví a la ducha, y allí acabó mi primera vez en una sauna. A pesar de ello volví a la semana siguiente, y esa fue mi segunda y última vez que estuve allí. Al menos por ahora, ya veremos como se presenta el futuro.

Si lo deseas, te contaré también lo que ocurrió aquella segunda vez, por ahora te mando esta parte.

Un abrazo.


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